Los designados VIP

O de cómo utilizan la herramienta gremial para acomodar subordinados

El año arrancó y la gestión de Humanidades no pierde tiempo para darle cargos a sus docentes amigxs. La novedad es que esta vez pretenden hacerlo utilizando el Convenio Colectivo de Trabajo. La herramienta colectiva para garantizar derechos laborales de lxs docentes es, en manos de Humanidades, una herramienta para beneficiar a un grupo selecto de subordinadxs, los designados VIP.   

El Convenio Colectivo de Trabajo (CCT) del Gremio de Docentes Universitarios nació con el espíritu de paliar un viejo déficit de la Universidad: subsanar la precarización laboral en la que se mantuvo a muchxs docentes a lo largo de décadas mediante el derecho a una negociación colectiva. Un docente regular -con estabilidad en el cargo- posee derechos que no tiene un docente interino o a término, uno de esos derechos es la participación política (votar, ser candidatx, etc.). Mantener a lxs docentes sin concursar fue el modo en el que muchas gestiones de diferentes facultades controlaron el “poroteo” a su favor, de modo que lxs no concursadxs solían no ser oficialistas o, directamente, opositorxs. Así, el CCT venía a clarificar un procedimiento a los fines de defender los derechos en materia laboral de lxs docentes y evitar interpretaciones caprichosas de parte de algunas autoridades.

Aunque lo plasmado en el actual CCT no expresa todas las reivindicaciones y derechos por los que se ha luchado históricamente, representa un piso que permite una mejor articulación en la lucha por la Carrera Docente. Sin duda este es el caso del art.14 del CCT, que establece que la cobertura de las vacantes, ya sean transitorias o definitivas, deberán realizarse mediante la promoción transitoria de aquellxs docentes de la categoría inmediata inferior (ver la letra del artículo acá).

Dado el modo en el que empiezan a utilizar el CCT en Humanidades, este espíritu de subsanar derechos que tenía en su concepción, queda abiertamente trastocado y, en algunos casos, directamente invertido. A partir de una libre interpretación del artículo 14, el CCT es utilizado como excusa para designar gente políticamente fiel en cargos altos. Saltos de Ayudante Graduado a Adjunto, sin respetar otras jerarquías en el área, personas que concursaron hace un año en un área y son promovidas de Ayudante a Adjunto en otra área, concursos de CCT cerrados al área cajoneados. En suma, es utilizado para continuar designando discrecionalmente y distribuyendo los recursos públicos según sus propios intereses y en desmedro del cumplimiento de la Ley. Todas las cosas a las que Humanidades nos tiene tristemente acostumbradxs. Aquellas arbitrariedades y caprichos sectoriales que pretendían ser evitadas con el Convenio, son ahora pretendidamente reguladas por el mismo. 

Hay dos casos paradigmáticos -ambos en la carrera de Filosofía- que ilustran la discrecionalidad de la gestión de Humanidades al decidir por pautas propias, habilitando condiciones de privilegio a través de relaciones personales. La promoción de un ayudante graduado (Maximiliano Loria) al cargo de adjunto en la misma materia donde tiene su cargo, saltando así la jerarquía estipulada por la carrera docente y la promoción de un ayudante graduado (Eduardo Assalone) en el cargo de adjunto en una materia en la que no tiene su cargo y ni siquiera pertenece al área de su cargo. Por supuesto, no se trata solamente de beneficiar a los privilegiados, sino también, y en un mismo movimiento, de perjudicar a sus opositores políticos. Decimos esto pues los cargos que ellos consideran vacantes y a los cuales se los pretende promover, fueron ganados por 2 docentes que se sometieron a una comisión evaluadora (realizada por el Departamento de Filosofía) y cuyas designaciones fueron sistemáticamente votadas en contra por las autoridades de la Facultad (fueron aprobadas y elevadas unas 7 (siete) veces por el Consejo Departamental de Filosofía. (Ver memoria de las sesiones en este enlace)

El caso que nos toca denunciar hoy públicamente es el paradigma de la lógica imperante y la gestión de Humanidades lo sabe. Así lo presenta, como un caso aleccionador. Son tantas las irregularidades cometidas por parte del sector de la gestión para evitar que la Prof. Sonia López ingrese a planta permanente que hace falta un análisis aparte (que incluye misoginia, racismo y otro tipo de prácticas complementarias). Quien haya osado organizarse y discutir la estructura no ingresará nunca a trabajar en la Facultad ni en su carrera, no importan los antecedentes académicos, no importa que haya ganado instancias evaluativas de manera legítima, no será designada, será perseguida, cancelada, desterrada. En cambio, quienes se comporten con obediencia, quienes cumplan con servilismo y quienes se muestren enemigxs de la oposición, serán premiadxs con la posibilidad de saltearse la fila. Para ellxs, el camino a planta permanente es un camino de rosas, no hay dificultades, no se evalúan aspectos académicos: muchxs fueron designadxs de manera interina a dedo, luego con los antecedentes acumulados ilegítimamente se presentaron en concursos amañados. En el caso de Assalone, ingresa directamente para obturar la legítima designación de Sonia López como Profesora Adjunta en Gnoseología pues fue la ganadora del registro para dicho cargo. El camino de Assalone hasta obtener el cargo es un ejemplo de cómo funcionan los privilegios en Humanidades: hace apenas un año le otorgaron el primer lugar en un concurso de Ayudante Graduado teñido de irregularidades (ver en este enlace) ante las cuales ninguna instancia legal funcionó. Una vez designado en una materia del Área Histórica, la gestión de la facultad, avasallando la función estatutaria del Departamento (ver en este enlace), dispone que Assalone cumpla funciones en la asignatura Gnoseología del Área Teoría del Conocimiento. Ahora, tras tres meses de atender un foro virtualmente, utilizando como excusa el CCT, la gestión de la Facultad lo promueve a Adjunto en dicha materia, la cual no pertenece al área donde concursó y donde ni siquiera tiene su cargo docente. El famoso nepotismo, hoy se ejecuta a través del CCT.  

A lo largo de 20 años, distintas generaciones hemos llevado a cabo infinidad de luchas y denuncias en contra de los privilegios, el clientelismo, el nepotismo y la ausencia de perspectiva educativa que florecían como consecuencia de estas dinámicas en el Departamento de Filosofía de la Facultad de Humanidades. Tras muchos años de organización, una coalición entre estudiantes, graduadxs y docentes con una larga historia de participación, logró imponer una dirección departamental que tuvo como principal horizonte revertir la lógica de ingreso a la docencia universitaria. Cuando parecía que la democratización llegaría, finalmente, a las carreras de Filosofía, nos chocamos con el núcleo del problema en la institución universitaria: organizar una carrera democráticamente no forma parte de la agenda del poder autárquico que rige la formación superior.

Desde el momento en que el armado docente que siempre administró Filosofía reconoció que ya no estaría a cargo de la dirección del Departamento, se encargó de condicionar la utilización del presupuesto de futuras jubilaciones docentes en una partida de concursos que jamás fue discutida por la comunidad de la carrera. El criterio que se utilizó para definir el llamado de unos catorce (14) concursos nunca se hizo explícito y no se basó en el análisis de la deficiente estructura que ubica a nuestra carrera como una de las que menos docentes cuentan en la facultad. Ante el reclamo por parte de la nueva gestión, que discutió un análisis de planta docente de forma pública -en sesiones del Consejo Departamental- y solicitó modificar los llamados a concursos aprobados con presupuesto aún no liberado, la gestión de la Facultad no sólo hizo oídos sordos sino que comenzó a ensuciar el justo reclamo. Desde este momento se inauguró el comienzo de una política intervencionista por parte de Decanato y el CA sobre el Departamento de Filosofía (ver en este enlace). Si no controlan el CAD, lo administran desde Decanato licuando sus decisiones en un CA unificado. La misión principal: ninguna decisión que implicara el ingreso a planta de docentes no alineados políticamente con la gestión progresaría. Como resultado, no se modificó nada de los llamados a concursos y en todos se repetían al menos uno de un conjunto de 4 o 5 nombres de jurados docentes, los mismos que han sido objetos de recusaciones o impugnaciones a lo largo de los últimos diez años. A pesar de las decenas de presentaciones en Decanato o Rectorado, jamás se le dio curso a ningún reclamo que mostrara las irregularidades en los procedimientos.

La tan mentada y promovida autonomía universitaria, algo que nació para proteger a las universidades de los ataques de censuras y hostigamientos políticos, también fue retorcida al igual que el CCT y hoy en día funciona como excusa perfecta para sostener un esquema monárquico: las autoridades tienen la suma de los poderes, son parte de las denuncias y jueces de sí mismxs, por lo tanto no hay ley. Las estructuras de la institución son putrefactas, se incumplen los reglamentos y no hay a quién acudir porque todxs son lxs mismxs actores/actrices: Decanato, Rectorado y la conducción del Gremio ADUM, son las mismas personas. Si en la facultad se incumple una regla grave, se apela a Rectorado: si el reclamo llega a la oficina de legales es cajoneado o, en el mejor de los casos, lleva un informe desfavorable, este informe vuelve a Decanato y es desestimado o llega al Consejo Superior y es desestimado. Los gremios docente, graduado y estudiante en Humanidades, están compuestos por los mismos nombres que los cargos de autoridad, con lo cual no hay a quién reclamar. En la jerga popular a esto se le llama atender de los dos lados del mostrador. De modo que el camino que queda para progresar en la institución universitaria es aceptando la subordinación a las prácticas adictas y enarbolar el doble discurso: progresismo democratizante hacia afuera y despotismo monárquico hacia adentro.

No somos pocxs los que nos oponemos, criticamos y luchamos en contra del inexorable destino de acólito al que nos someten. Son muchas las voces que permanecen silenciadas bajo el miedo, incluso al interior de los sectores dominantes. Es necesario no callar más. No se puede permitir que destruyan la educación pública. La institución educativa y los gremios tienen que revisar sus estructuras de manera urgente para poder sembrar una sociedad más justa.