Quiero más una libertad peligrosa
que una servidumbre tranquila.
[Mariano Moreno]
Una vez más se desnudan ante nosotros las maniobras nefastas de una gestión antidemocrática. Hace unos días fueron publicados algunos llamados a concursos para Filosofía con sus respectivas comisiones evaluadoras (Ver Llamado a Concursos en Filosofía). La Gestión del Departamento de Filosofía, a cargo del Dr. Gil, se encargó de elaborar listas con los integrantes de estas comisiones. Tal como lo hemos afirmado en otras oportunidades en relación a los jurados graduados (Ver: Sobre las prácticas del abstencionismo y Con lista selecta gestión contenta ) la elección de los mismos no da lugar al azar. Y decimos esto porque el criterio bajo el cual fueron seleccionados es claro: los jurados deben responder con absoluta fidelidad a los mandatos de la gestión Gil, dando como ganador del concurso al postulante alineado a la camarilla, asegurando así la reproducción del clientelismo.
Es evidente: llegó la hora de renovar la camarilla. Los concursos pretenden ser otorgados a aquellos que demostraron la obsecuencia debida con el proyecto político gobernante. Primero, fueron designados a dedo por la gestión para generar el antecedente (ver: Nuevo dedo y van – Qué está pasando en Filosofía – Como Cerdos); después, cada uno de ellos (Murano, Vásquez, Moyano Loza, Guío, Murad, Iriart, Raimondi), recibirá su debido premio: el concurso. Una manera de garantizar esta premiación, que a su vez es la renovación de la camarilla, es a través comisiones evaluadoras “amigas”. Estarán conformadas, ni más ni menos, que por la misma gestión que los designó a dedo en primer lugar. En pocas palabras, los concursos bajo estas condiciones no serán transparentes. Arias, Novo, Gil, Comesaña, Acevedo y Manna se alternan entre los jurados titulares y suplentes docentes de estos concursos que no cuentan, por ejemplo, con un jurado docente externo. Asimismo, los docentes titulares de algunas materias, como es el caso de Cecilia Colombani en Introducción a la Filosofía, ni siquiera fueron convocados para formar parte de las comisiones evaluadoras.
Párrafo aparte merecen los graduados de la gestión, Raimondi y Fornoni, cuyas únicas acciones han sido la de designarse a dedo a sí mismos, prometer cargos para su amigos y controlar como perros guardianes que en las comisiones evaluadoras de los concursos cuenten sólo sus acólitos. Así, puede verse como se repiten los nombres de Daniel “el cholo” Vazquez, Mariano Iriart, y hasta el mismo Fornoni.
Cabe destacar que los consejeros por la mayoría estudiantil no recibimos en ningún momento solicitud alguna de parte del Departamento para presentar posibles jurados estudiantiles. Las listas se armaron a puertas cerradas, entre amigos, lejos de aquellos que puedan representar una amenaza para el buen funcionamiento del “amiguismo”. Así vemos como sólo dos nombres de estudiantes (Juan Pablo Sosa y Nicolas Trucco) se repiten en todas las comisiones evaluadoras. ¿Quién los puso de jurados? ¿En qué situación institucional fue decidido?
El único proyecto político, si es que acaso podamos llamarlo así y no más bien la muerte de toda política, que la gestión Gil ha ejecutado con total determinación es el de acomodarse (ver ay, ay, ay) y acomodar a todos sus amigos en los cargos para perpetuarse en el poder y seguir cuidando la chacra. De la Filosofía ni noticias o, mejor, sólo las hay de la miseria de la Filosofía. El mensaje es claro. En el frontispicio de la carrera se lee la siguiente inscripción: “aquí no entra nadie que no sepa obedecer”. Sabemos muy bien que todos los postulantes de concursos que se plantaron como una alternativa a esta Gestión estuvieron destinados a la exclusión (ver El dictamen de la animosidad y Si a ella le suma entonces no lo contamos). De este modo los concursos se convierten en una herramienta más a través de la cual la Gestión imprime su sello arbitrario.
Es difícil escribir sobre lo que venimos afirmando hace tiempo sin repetirnos. Pero es aún más difícil tener que decir que lo pronosticado se está consumando. Bajo estas condiciones, los concursos en filosofía serán un fraude. Pero no cualquier fraude, serán el fraude que conformará la composición docente de nuestra carrera por los próximos diez años; serán el fraude que garantizará la perpetuación en el poder de los Gil, de los Arias, de los Novo; y de una lista que se ensancha a medida que crecen las prebendas. Serán el fraude que afirmará el proyecto reaccionario de vaciamiento, ajuste y persecución a la oposición a la gestión de lo existente. Somos contemporáneos de un hecho político que, en su consumación, decreta la muerte de la filosofía.
Desde el Colectivo de Filosofía denunciamos y repudiamos el carácter antidemocrático de estos concursos. Y, en este sentido, nos parece importante remarcar la importancia de las sesiones de los Consejos Departamentales. No es casual que la Gestión Gil elija resolver las cuestiones de la carrera en absoluta soledad, omitiendo hace más de un año conformar las correspondientes sesiones de cogobierno. Sin someter sus decisiones a una discusión amplia donde todos podamos debatir de manera horizontal sobre el futuro de nuestra carrera.
No hay lugar para la duda, es momento de la acción. Seguiremos convocando a asambleas, continuaremos exigiendo la conformación de consejos departamentales, seguiremos informando y socializando lo que se privatiza sin vergüenza, pero es de todos; sólo de manera colectiva podremos sepultar la política de gestión de la miseria. Sólo de manera colectiva podremos transformar lo dado y hacer de lo robado, lo de todos, lo nuestro.
Junio de 2015
Debe estar conectado para enviar un comentario.