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Sobre la V Sesión del Consejo Asesor Departamental de Filosofía
El pasado lunes 03 de septiembre se dio lugar a la quinta sesión del CAD de Filosofía – ver Informe-. La reunión se pretendía iniciar a las 15 hs., pero el claustro docente, graduado y la mayoría estudiantil (Agrupación Phronesis) no se hicieron presentes en el aula donde se sesionaba, hasta las 15:30 aproximadamente. Es importante remarcar que mientras quienes habían ido a presenciar el CAD, junto con el consejero de la Asamblea de Filosofía, esperaban en el aula en que se realizaría la sesión, el resto de los consejeros y la secretaria del Departamento se encontraban reunidos en el Departamento de Filosofía –cosa que dejaron de hacer repentinamente cuando el consejero de la AF los fue a buscar-. Da toda la impresión que ese día habría habido dos CAD de Filosofía: el primero realizado sin nosotros, por lo que no podremos relatar lo sucedido. Sí nos tomaremos el atrevimiento de relatar el segundo, el cual sospechamos que fue sólo un reflejo de lo decidido a puertas cerradas minutos antes en el Departamento.
El orden del día a tratar enumeraba 30 asuntos, entre los que se encontraban los registros de antecedentes para Historia de las Ciencias y Filosofía Contemporánea y el pedido de emeritud del profesor Dr. Ricardo Maliandi.
La sesión dio inicio con las palabras de Rodolfo “Ruda” Rodríguez, quien presidió la misma dado su carácter de consejero más antiguo. Seguido intervino el consejero estudiantil por la AF, Pancho Arias, mocionando orden de preferencia para aquellos asuntos que consideramos más urgentes: como cubrir dos cargos docentes de materias que lleva ya 4 semanas de cursada y la situación del profesor Maliandi.
Seguido se dio inicio al debate sobre los registros de antecedentes. En primer lugar, se aprobó, sin mayores sobresaltos, el dictamen de la comisión evaluadora para el registro de Filosofía Contemporánea. A nadie pareció molestarle, en este caso, la metodología de los registros de antecedentes ni que el dictamen estuviera firmado por dos de los docentes del jurado, y no por los tres que se habían propuesto (cabe destacar que la gran mayoría de los registros de antecedentes realizados en la Facultad de Humanidades fueron realizados con dos de los tres docentes designados como jurados ya que, por alguna razón, tal vez de usos y costumbres, rara vez van los tres. Esto es usual también en las mesas de finales).
Es notoria la diferencia con lo que sucedería a continuación, al tratarse el resultado del registro de Historia de la Ciencia. El docente Doctor José María Gil dio el puntapié inicial intentando justificar la animosidad política con la que se había manejado –ver «El dictamen de la animosidad»-. Recordemos que el Doctor Gil, siendo jurado suplente, no se había presentado al registro, tomándose el atrevimiento de confeccionar un dictamen en la comodidad de su casa y un día después de la reunión de la comisión evaluadora. De esta manera, le faltó el respeto al trabajo realizado por la comisión evaluadora, compuesta por los docentes Javier Viau (profesor a cargo de la materia objeto del registro) y Antonio Manna, el graduado Mariano Martínez y el estudiante Alejandro Silva Moreno, cada uno en representación de su claustro. Es importante aclarar que la confección del registro de antecedentes fue aprobada por el CAD y los jurados propuestos fueron elegidos por cada uno de sus claustros.
No contento con eso, el dictamen individual del Doctor Gil ubicaba a la postulante que había sido ganadora del registro para la comisión evaluadora en el último lugar del orden de mérito. Esto convertía al dictamen del Doctor Gil en un mamarracho tan ridículo que resultaría gracioso, si no fuera porque alguna gente se lo tomó en serio. Cualquier palabra emitida por el Doctor Gil, no hacían mas que poner en evidencia la desprolijidad de su jugada y la impunidad con la que la ejecuta. El resultado de la discusión se hacia cada vez mas claro a medida que los oradores de los diferentes claustros daban sus argumentos falaces.
Al momento decisivo, tanto los consejeros de Phronesis como Eduardo “Borocotó” Assalone, mocionaron a favor de que se vuelva a realizar el Registro de Antecedentes de Historia de las Ciencias, por las “irregularidades” que se presentaron. En esto coincidieron con el Doctor Gil, quien se abstuvo en la votación, pero manifestó su acuerdo con esta moción. Pero es necesario hacer notar que la única irregularidad relacionada con este registro no se dio en el registro mismo, si no un día después, y fue el dictamen hecho y presentado en solitario por el Doctor Gil. Es decir: el Doctor Gil, una vez conocido el resultado de un registro perfectamente regular, genera una situación obviamente irregular y después denuncia irregularidad. Es como si alguien tirara una piedra en medio de la sesión del CAD y después pidiera que suspendan la sesión porque se están tirando piedras.
No obstante, al bloque formado por Assalone y Phronesis la actitud le pareció razonable y decidió darle forma de moción: “rehacer el registro con los mismos jurados y los mismos postulantes, pero con criterios de evaluación claros”. De lo que este bloque no se informo es que los criterios se encontraban explicitados en el dictamen de la comisión asesora; los criterios elegidos por la misma fueron, principalmente, los de especificidad en la materia objeto del registro y los antecedentes en docencia. Tampoco se manifestaron preocupados por planificar una nueva reunión de la comisión asesora, ni siquiera presentaron una propuesta, con lo cual pareciera que el interés porque finalmente se sustancie el Registro no es muy grande.
En cuanto al resto de los consejeros docentes, los profesores Fernando Folcher y Rodolfo “Ruda” Rodríguez, su posición fue no menos impresentable. Ellos no pidieron que el registro se haga nuevamente. Tampoco mocionaron que se apruebe el resultado propuesto por la comisión evaluadora. Ni siquiera solicitaron que se eleven los dos dictámenes para que tome la decisión final el Consejo Académico.
Lo que propusieron los consejeros docentes es que se apruebe el dictamen solipsista del Doctor Gil. Para ellos, sin que den argumento alguno, había que desestimar por completo el dictamen realizado por la comisión evaluadora designada por ese mismo Consejo –y que incluía, recordemos, al profesor a cargo de la cátedra- y designar a un docente con base sólo en la opinión personal del Doctor Gil.
El consejero por la minoría estudiantil, en nombre de la Asamblea de Filosofía, fue el único que mocionó a favor de que se respete el trabajo de la comisión evaluadora y se apruebe el orden de mérito propuesto por la misma. El argumento expuesto por el consejero podría exponerse así: 1) el consejo departamental convoco al registro de antecedentes y designo a la comisión asesora, 2) la comisión asesora designo para el cargo a la postulante Sonia López, 3) puesto que el propio CAD la designo, en la premisa de que respetaría su decisión, no puede desconocer el dictamen de la comisión, ni poner en duda su honestidad, capacidad y criterio (de lo contrario, la propia convocatoria perdería sentido), por lo tanto 4) el consejo debía aprobar la decisión de la comisión asesora.
El resultado de la votación fue el siguiente: 1 voto a favor de aprobar el dictamen elaborado por la comisión evaluadora (Asamblea de Filosofía); 3 votos a favor de que se haga nuevamente el registro (Assalone y Phronesis); 2 votos a favor de aprobar el dictamen del Doctor Gil (claustro docente). El voto faltante es el del Doctor Gil, quien en un aparente acto moral, decidió abstenerse. Sin embargo, tratándose de moral, cuesta creer que la misma persona que no tuvo pruritos para crear un dictamen paralelo, los tenga para votarlo. Por otra parte, los docentes jamás desperdiciarían un voto en una situación que lo requiera. Todo parece indicar que aquello que deliberaban en el Departamento antes del comienzo de la sesión, era lo que efectivamente sucedería. El claustro docente sabía que aún sin uno de sus votos el dictamen de la comisión asesora no seria aprobado. Más aún, la moción de volver a realizar el registro no contemplaba una fecha de realización del mismo, se conocía que el Doctor Manna estaría en el extranjero por un tiempo, que ya llevan 4 semanas de clases y que el cargo es temporario.
Algunas cosas que no quedaron claras: si los registros son negativos para la carrera, como sostienen la Agrupación Phronesis en conjunto con el claustro docente, ¿Por qué no se impugnó, también, el registro de Filosofía Contemporánea (aprobado sin discusión diez minutos antes) o cualquiera de los varios que se han hecho anteriormente? ¿Por qué el graduado Assalone y la Agrupación Phronesis dieron lugar a la posición de las impugnaciones, y por ende al retraso en cubrir las horas de la materia Historia de las Ciencias, cuando dicen defender la carrera? Acaso ¿no sabían que dando lugar a las impugnaciones, estaban propiciando la irregularidad en la actuación del docente Gil, que implicaba ni más ni menos que volver atrás el registro? ¿No les resultó evidente que la actuación de Gil no era más que otra muestra de persecución y de negación del lugar de trabajo a una docente, por el sólo hecho de tener otra filiación política?, ¿Phronesis y Assalone, dan el visto bueno a la negación de un puesto de trabajo en la Facultad de Humanidades? Con la miseria presupuestaria en la que se encuentra nuestra carrera ¿Se dan el lujo de comprometer el uso de este recurso?
Queremos hacer constar nuestra firme creencia en la existencia de un pacto inter claustros operante en el Departamento de Filosofía desde hace un tiempo, y observable a partir de practicas de abstencionismo reflejadas en los siguientes casos: el primero, renunciar al pedido de excepción para que todos los graduados de la carrera pudieran ser jurados de la planta integral de concursos; el segundo, abstenerse a votar posibilitando así las dos ultimas designaciones a dedo que impulso la gestión (ver «Sobre las prácticas del abstencionismo»).
Asimismo, las valoraciones que se hacen de los antecedentes de uno u otro postulante que surgen en el contexto de la mera opinión, y que en nada tienen que ver con el dictamen de la comisión, no tienen mayor relevancia y están restringidas a lo que cada uno pueda pensar privadamente. El hecho de designar una comisión idónea y confiar en sus capacidades para decidir aparece como la única posibilidad razonable de sustraerse a las arbitrariedades. El Consejo Departamental confió la designación al criterio de la comisión y no puede, con el resultado final, desconocerla.
Hay que observar la forma explicita en que el consejero graduado lleva sus diferencias políticas al contexto de las decisiones que atañen a la carrera, ejerciendo practicas que alguna vez hubieron sido impugnadas por el mismo, y lo selectivo de sus criterios para defender a determinados graduados, desconociendo y perjudicando la condición de otros a los que debería representar.
La actuación de la agrupación Phronesis y de Assalone, que estuvo acompañado durante toda la sesión por militantes del Espacio Deconstrucción Asamblearia que oficiaban de grupo de apoyo (más bien de provocación), dan cuenta del accionar conjunto en el que convergen con el claustro docente, compuesto por la casta política afín al gobierno de la facultad. La persecución política por parte de la gestión de Humanidades, de la que Assalone y Phronesis son claramente cómplices, otra vez cantó victoria. Una vez más, se trató de la negación de un puesto de trabajo a una compañera, y del impedimento de lo que hubiera sido un avance importante en la carrera, dado que se cubría un cargo en una materia que cuenta con un sólo docente.
La alianza política tejida entre el claustro docente, el graduado y la mayoría estudiantil, no hace más que hacernos pensar que en Filosofía no hay lugar para opositores (ver «Sin lugar para opositores»). En un departamento que históricamente se había ubicado en la vereda de enfrente de la gestión de Humanidades, hoy se evidencia una realidad absolutamente distinta. La persecución sistemática a participantes de la Asamblea de Filosofía tiene la clara intención de hacer desaparecer todo rastro de oposición.
Para sostener esto, no podemos dejar de pensar en retrospectiva. En estos casos es importante una metodología materialista más que una idealista. Es decir que no podemos confiar en que lo discutido en el último Consejo Departamental sea el mero reflejo de errores de procedimiento, de formas burocráticas que buscan reglamentarse o que el problema reside en no respetar ciertas condiciones abstractas y virtuosas de Registros o incluso de Concursos. Consideramos que nuestro análisis debe respetar la historización del caso, el cual, de por sí, no deja de expresarse en forma escandalosa como un caso particular, pues el Registro anterior –así como tantos otros – no fue objeto de la más mínima refutación, por lo tanto, el procedimiento no fue el problema. Lamentablemente tenemos que puntualizar en la profesora López, pues desde hace años sufre una persecución particular encubierta con falacias burocráticas – y otras veces de manera menos “formal”–.
De este modo, pasamos a enumerar algunos hechos: ya en el año 2007, formó parte de la “lista negra” elaborada por, en aquel entonces el director de la carrera, Manuel Comesaña con motivo de “haber sido alguna vez Consejera Departamental por la Asamblea de Filosofía”.
Luego, en el año 2009, realizándose un registro de antecedentes en el Departamento de Sociología – Departamento que en aquel momento era abiertamente opositor a la gestión de la facultad – la profesora López queda 2º en el orden de mérito, con lo cual accedía a uno de los cargos de Ayudantía de 1ª para la materia Teoría y Metodología de la Investigación Social. A la hora de aprobar dichas designaciones en el Consejo Académico (órgano máximo de decisión en la Facultad), los consejeros docentes partidarios de la gestión propusieron arbitrariamente modificar el orden de mérito sin siquiera dar un argumento. La propuesta implicaba – entre otras irregularidades – posicionar a la profesora López por debajo de aquellos/as postulantes que accederían a los cargos. Dando lugar a un descuido, el Profesor Rodolfo “Ruda” Rodríguez, quien – casualmente – en aquel momento era el Consejero Académico que comandaba las políticas de la gestión en dicho órgano, no acreditó para aquella sesión. No obstante, en el momento de la votación apareció por una ventana y, cual emperador romano, bajó el pulgar (literalmente) indicándole al resto de los docentes de su bloque lo que tenían que votar. En esa oportunidad, sólo por un voto de diferencia, dicha votación resultó favorable para que se cumpla lo decidido en la Comisión Asesora.
En el año 2011, la profesora López obtuvo la beca de CONICET tipo 1, gracias a la cual comenzaría a cursar los seminarios del doctorado en la UNTREF (el cual fuera ocultado como una información privada – ver «Convenio UNMDP – UNTREF»). Es un requisito, para dicha beca, indicar un lugar de trabajo en el cual se desarrollaran las investigaciones pertinentes, el formulario fue firmado por la máxima autoridad de la institución de pertenencia – en este caso, la decana de Humanidades en aquel entonces, Cristina Rosenthal –. Cuando los trámites avanzaron, los expedientes llegaron al Consejo Académico donde se debía ratificar la aprobación del lugar de trabajo para los diferentes becarios, procedimiento que jamás generó ninguna clase de discusión pues está considerado como un tema “de forma” en la jerga burocrática. Nuevamente haciendo gala de su opulenta arbitrariedad, la gestión decidió, sin ninguna clase de argumentación, votar en contra del lugar de trabajo de la profesora López. Dado que, por motivo del compromiso tomado con la firma de la decana, la facultad incurriría en una falta grave, y por el revuelo público que cobró tan injusta medida, la gestión tuvo que dar marcha atrás y aprobar el lugar de trabajo.
Unos pocos meses más tarde, la profesora López volvió a ser el blanco de una denuncia, en este caso la Decana Rosenthal la acusaba de participar en el conflicto por la transparencia de los concursos de Geografía que devino en la toma del Decanato a fines del año 2009. Gracias a una nueva medida de fuerza, las injustas sanciones disciplinarias por la participación política no pudieron llevarse a cabo.
Este es sólo un breve resumen de las situaciones institucionales sufridas por la profesora López, sin poner a consideración otras situaciones particulares e informales que nunca han dejado de sucederse. Es por dicho historial que no podemos dejar de comprender este nuevo hecho como una continuidad en las medidas arbitrarias, discriminatorias y persecutorias. Pareciera haber una decisión firme en expulsar de alguna manera a la profesora, ya que el ensañamiento es sorprendente. Por eso, no nos resulta difícil interpretar el accionar del Doctor Gil como una acción deliberada, planificada en otros estratos que van más allá de un Consejo Departamental, pero que necesitaba de los actores que allí participan para ser ejecutada, haciendo el burdo intento de camuflarla como una desprolijidad y jugando con las expectativas de otros graduados por obtener uno de los escasos puestos de trabajo que ofrece la carrera de Filosofía. Ante esta avanzada represiva de la gestión, hubo algunos que prefirieron dejar de denunciar lo que estaba sucediendo y ahora fuerzan interpretaciones maliciosas, suavizando de este modo la caracterización que dicha gestión pueda tener sobre ellos, con la intención de que la persecución no caiga sobre sus cabezas, intentando subterfugios para evitar el juicio a la traición de los viejos ideales. Quizás así sea más fácil conseguir un puesto en la Universidad.
Por nuestra parte seguiremos insistiendo en democratizar Filosofía y socializar la información. Sabemos que estas condiciones adversas harán más difícil esta tarea. De todos modos, y con mas fuerza aún, seguiremos proclamando que “no esta muerto, quien pelea”.
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Septiembre/2012
ASAMBLEA de FILOSOFÍA