Sobre las prácticas del abstencionismo

Durante los años que fuimos consejeros por la Asamblea de Filosofía (como estudiantes, y graduados) en el C. Departamental, jamás votamos a favor, menos aún usamos la no-decisión (abstención), cuando de designaciones a dedo se trataba. Queríamos los concursos y, hasta tanto no salieran, los registros de antecedentes. Así lo acordábamos en asambleas públicas y regulares (como las que se hacen actualmente) y nuestra función era cumplir dicho mandato. Por supuesto, eso no fue gratis, menos tratándose de una gestión tan oscurantista que ataca las decisiones políticas en términos personales: denuncias, negación del lugar de trabajo, obstáculos burocráticos y calumnias de todo tipo. Sin embargo, siempre supimos y estábamos convencidos de que ese lugar estaba en función del interés común, no del propio. No está de más notar que, en medio de tanta persecución, algunas cosas fueron positivas: la insistencia con los registros de antecedentes tuvo como resultado que varios compañeros graduados tuviesen la posibilidad de presentarse y fueran evaluados por jurados (conformados por los tres claustros) y no en base al amiguismo. Hoy son docentes de la carrera.

En la sesión pasada del Consejo Departamental se debían definir las funciones docentes de dos graduados que fueron designados a dedo en Filosofía. Por supuesto la Asamblea de Filosofía, por intermedio de su Consejero Estudiantil, volvió a argumentar en contra de esa práctica que con el trabajo de años logramos desnaturalizar, y votó en contra. Los docentes, como es costumbre y sin siquiera argumentar (y porque son ellos mismos quienes eligen a su gusto a los graduados que serán docentes), votaron a favor. Como uno de ellos se había ido, sus votos positivos formaban un total de 2 (dos). Hasta ahí teníamos 2 votos (de los docentes) contra el único voto negativo del estudiante de la Asambleade Filosofía. ¿Cómo votaron el resto de los Consejeros?: se abstuvieron. El Consejero graduado y los consejeros por la mayoría estudiantil, pertenecientes a la lista Phronesis, decidieron no decidir. Pues, en fin de cuentas, eso es abstenerse. Cuando decimos que por omisión se beneficia a la gestión nos referimos a situaciones como la mencionada.

El “abstencionismo”, dice el diccionario, es la “acción o costumbre de abstenerse por deliberado propósito, especialmente de participar en la vida política”. Cuando uno se abstiene, su íntima convicción es que no tiene una opinión formada sobre el tema, porque sus deliberaciones no le permiten decidir. Pero si alguien sabe fehacientemente que su abstención tendrá una consecuencia efectiva, el abstenerse ya no lo es tanto. En todo caso, se trata de un usufructuo de la figura formal de la abstención para avalar una posición: en este caso, una designación a dedo, que como podemos suponer, es contraria a los intereses del conjunto. Absteniéndose, los representantes estudiantiles y el graduado, hacen algo: nada menos que dar la espalda a sus representados. Además de remarcar que ganar por 2 votos de un total de 7 miembros del Consejo es irrisorio, al menos si le queremos llamar a eso democracia; nos preguntamos: el Consejero Graduado, quien se “apropia” de forma personal de un cargo que la organización estipula como mandatado, ¿para qué lo hace? ¿Para beneficiar a la política de la gestión con sus abstenciones? ¿Para perjudicar a la política de la Asamblea de Filosofía? ¿Para ambas cosas? Cualesquiera sean las razones no parecen estar en función del bien común. Lo extraño es que su argumento de cara al resto de los graduados y estudiantes no alineados a la gestión es: “me quedo con el cargo para no beneficiar a la gestión”. Sin embargo, no hay en las repetidas abstenciones muestras de oposición, sino todo lo contrario. La cuenta es simple: si no estás de acuerdo con las designaciones a dedo y sos Consejero entonces, votás en contra cuando se proponen. Porque quienes votaron ala Asamblea de Filosofía lo hicieron porque acuerdan en dicha política. A los estudiantes de la lista Phronesis les cabe la misma cuenta, excepto que consideren que los votaron para avalar las designaciones a dedo.

Algo similar sucedió con la nómina de graduados. Fueron muchos los intentos –durante dos años- para que se incluya a todos los graduados de la carrera como jurados de los concursos de la planta docente: pedido de excepción a la OCS690 que estipula un mínimo de 5 años de graduado (y es que durante los últimos 5 años tenemos el mayor número de recibidos); consultas sobre en qué materia quería cada uno ser jurado; combinación de la lista presentada por la Asambleade Filosofía y la lista presentada por los graduados de la gestión, que incluía a todos, pero todos, los graduados; reuniones y diversas consultas por mail, etc. Actualmente se arregló, por abajo, una lista selecta de 25 personas que ni siquiera fueron consultadas sobre las materias en las que estaban interesados en ser jurado. El argumento que sostiene la decisión también tiene la forma de la abstención, ahora en el sentido práctico de renunciar a los reclamos; y pareciera expresarse así: hay que desistir de reclamar lo justo y los más democrático porque sino somos los responsables de que los concursos no salgan; ¿y es que los graduados nos creemos esta acusación? o ¿simulamos que la creemos? Para el caso es lo mismo. Pues su efectividad (para la política de la gestión, claro) reside en su auténtica o simulada credibilidad, aunque sea a todas luces falsa. El punto es, ¿cómo se explica que desde el año 1994 hayan salido sólo dos concursos en Filosofía? ¿Cómo puede ser el “desacuerdo” de los graduados el motivo por el cual los concursos no salen? ¿Cómo puede ser que querer hacer una lista de graduados los más inclusiva posible sea la razón por la cual los concursos están trabados? ¿Cómo puede explicar un desacuerdo -que data desde el año pasado- lo que viene sucediendo hace 18 años? Suponemos que la gestión tendrá que tener una explicación más plausible. Sucede que para que la den, antes hay que pedirla. Cosa que no ocurrirá si nos contentamos con sus mentiras plausibles y con la práctica del abstencionismo.

Asamblea de Filosofía

Junio de 2012

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